Al Azrak, caudillo árabe conocido como el “blavet” por sus ojos azules, luchó palmo a palmo con la cristiandad para disputar el control de las ricas tierras del interior de la provincia de Alicante y firmó con Jaume I el histórico pacto de El Pouet, que nunca fue respetado. Más de 700 años después, aquellas hazañas guerreras son el pretexto para una de las celebraciones tradicionales más ricas y vivas de toda España. Declaradas de Interés Turístico Internacional, las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy se celebran habitualmente los días 21, 22, 23 y 24 de abril en honor a San Jorge.
Conmemoran los hechos históricos que tuvieron lugar en el siglo XIII y representan una gesta medieval, llena de teatralidad en sus desfiles tan espectaculares, en el colorido de las indumentarias, en la música, la pólvora, con una mezcla de cordialidad y alegría que las convierten en una de las señas de identidad más queridas de los alcoyanos, junto al Belén del Tirisiti y la Cabalgata de Reyes, la más antigua de España y declarada de Interés Turístico Nacional.
Situada a unos 54 kilómetros de Alicante y a 105 de Valencia, Alcoy, la ciudad de los puentes y de la industria, desarrolló durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX un interesante proceso urbano. Si bien sus calles están condicionadas por actuaciones anteriores, de las que se conservan restos de los lienzos de murallas y sus torres medievales, el aspecto actual de la urbe deriva directamente de aquella ciudad pionera de la revolución industrial en España. Industrias, barrios obreros y casas de burguesía convivieron juntos entre valles y ríos.
Cabe destacar algunos edificios modernistas como la Casa del Pavo y el Círculo Industrial, el antiguo edificio del Parque de Bomberos o el Conservatorio Municipal de Música y Danza Juan Cantó. Al mismo tiempo, merecen una visita las fábricas de su casco histórico, ahora adaptados a los tiempos actuales, como el antiguo edificio de Papeleras Reunidas o la industria de Ferrándiz y Carbonell, hoy sede de la Universidad Politécnica, entre otras.
Los refugios de la Guerra Civil de Alcoy constituyen uno de los rasgos diferenciadores de la ciudad, como se puede constatar al visitar el Refugio de Cervantes, convertido actualmente en museo.
Pero Alcoy es también el punto de partida para conocer algunos de los espacios naturales más feraces y atractivos de estas tierras. Por un lado, el Parque Natural del carrascal de la Font Roja ofrece una de las versiones más peculiares del bosque mixto mediterráneo, con múltiples ambientes y focos de vegetación propios de otras latitudes, donde no faltan especies tan bellas e insólitas como el tejo, el fresno, el quejigo, el arce o el marfull. Por otro, el Parque Natural de la sierra de Mariola se caracteriza por la variedad y cantidad de hierbas aromáticas y medicinales, así como por las innumerables fuentes que durante siglos alimentaron un paisaje agrario en el que no faltan las masías o espectaculares pozos de nieve, entre los que destaca la Cava Arquejada, próxima a la cumbre del pico Montcabrer (1.390 m.).
Con una superficie de 12.000 hectáreas que se despliega en los términos municipales de Alcoy, Cocentaina, Muro de Alcoy, Agres, Alfafara y Banyeres, Mariola constituye el origen de la más importante red hidrográfica alicantina, debido al generoso régimen de precipitaciones y a la geoestructura carstificada. Destaca el entorno del nacimiento del río Vinalopó, cuyas aguas cristalinas manan a más de 1.000 metros, y el río Barxell, que poco antes de llegar a Alcoy y tras recibir los aportes del rio Polop se desploma en El Salt, donde se puede visitar la casa del poeta Juan Gil-Albert.
Además, los parajes del Barranc del Cint, els Canalons y el Racó Sant Bonaventura son una parada recomendable para quienes opten por pedalear por la magnífica vía verde que atraviesa esta zona. Y para amantes de la arqueología, son visita obligada las pinturas de arte rupestre de La Sarga, declaradas Patrimonio de la Humanidad, y el yacimiento íbero de La Serreta, con su colección de inscripciones sobre plomo y de ex votos que pueden admirarse en el Museo Arqueológico municipal de Alcoy.
A pocos kilómetros de Alcoy, las villa jugueteras de Ibi y Onil se ofrecen como una gran opción para quienes viajen con niños o sigan guardando en su corazón ilusiones de la infancia. El Museo del Juguete de Ibi, único en España, y el Museo de la Muñeca de Onil, son dos excusas perfectas para conocer estos bellos municipios. Ibi, además ofrece la oportunidad degustar sus excelentes helados o asistir a una de las fiestas más peculiares que existen, “Els enfarinats”, que tiñe de blanca harina las calles coincidiendo con el Día de los Inocentes (28 de diciembre).
Castalla, con su imponente castillo, sus gazpachos servidos sobre torta y parajes verdes tan sugerentes como el “Xorret del Catí”, es parada obligada. Y como colofón un paseo por el pantano de Tibi, una presa construida en 1580 y que durante siglos fue la obra de ingeniería hidráulica más importante del mundo, y un recorrido por la sierra del Maigmó (1.296 m.), increíble balcón del mediterráneo alfombrado de pinos.