Este recorrido comienza en una ciudad vieja de historia y nueva de experiencias. Vieja en recibir a personas de paso aprovechando su estratégico lugar marcado por el Vinalopó. Y ya no tan nueva en asentar y apadrinar a los viajeros que buscan un lugar donde establecerse. Una ciudad en la que disfrutar. Un espacio, su espacio, donde vivir experiencias y aprovecharse de su riqueza natural y patrimonial. Esto es Elche, la cuarta ciudad de la Comunitat Valenciana, convertida hoy en día en un referente de calidad de vida en España por su oferta cultural y de ocio, por su patrimonio histórico y por su riqueza natural y paisajística.
Es en esta última área donde sobresale el Palmeral de Elche que, con más de 200.000 ejemplares de palmeras, es un oasis de naturaleza enmarcado en la misma ciudad. Superviviente al paso de los siglos gracias a sus propios ciudadanos, el Palmeral ha configurado una ciudad en la que los huertos de palmeras se confunden entre edificios y viviendas, creando entornos de auténtica belleza y riqueza natural en la misma área urbana del municipio. Todo un ejemplo, sin lugar a dudas, del esfuerzo mudo de generaciones, hombres y mujeres, que han conservado un bien declarado Patrimonio de la Humanidad.
Este mismo esfuerzo fue idéntico al que también permitió que el Misteri d'Elx, el otro símbolo de la ciudad de la palmeras, lograra la declaración por parte de la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible en el año 2001. Representación única en el mundo, este drama sacro lírico de origen medieval, cuyo origen data del siglo XV, se celebra todos los años en el interior de la Basílica de Santa María los días 14 y 15 de agosto y recrea la Dormición, Asunción y Coronación de la Virgen María siguiendo la estética y estilo propio del teatro asuncionista del siglo XV.
Pero la Cultura, con mayúscula, también es ofrecida de un modo distinto en Elche gracias a que el centro de la ciudad acoge en muy pocos metros de distancia el moderno Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE), el Museo Municipal de la Festa del Misteri, el Museo de Arte Contemporáneo, los baños árabes y el Palacio de Altamira. También, más alejado ya del núcleo urbano, el Parque Arqueológico y Museo de la Alcúdia.
La Cultura deriva en ocio y tradición durante la celebración de las fiestas de la ciudad que en agosto congregan actos de Moros y Cristianos, así como la Nit de l'Albà, el 13 de agosto, que se erige como una explosión mágica que llena el cielo de Elche de colores.
Los colores arena y cielo ilicitanos son los que rodean su borde costero, compuesto por un total de seis playas repartidas en sus nueve kilómetros de costa. De norte a sur son: El Altet, Los Arenales del Sol, El Carabassí, El Pinet, La Marina y Les Pesqueres-Rebollo. Una oferta "playera" natural que parece ideada para disfrutar y para sorprender porque, sobre todo en El Altet y Arenales del Sol, se configuran espacios naturales difíciles de encontrar en otros puntos de la provincia.
La vecina Santa Pola también se ha situado como un lugar de referencia nacional gracias a sus zonas de baño (El Pinet, La Gola, Tamarit, Lisa, Gran Playa, Playa Levante, Calas Santiago Bernabéu, Playa Varadero, Calas Santa Pola de Este, calas de l'Aljub, Calas del Cuartel y la playa de la Ermita) y a la celebración del Campeonato del Mundo de Fórmula Windsurf, que impulsaron la implantación de escuelas y empresas que ofrecen cursos para practicar diversos deportes acuáticos. Gran Playa y Playa Lisa concentran esta oferta de formación pero su práctica se extiende por todo su litoral.
El plano gastronómico y el buen hacer en la cocina es otro de los grandes atractivos de Santa Pola. No en vano, materia prima no falta en este municipio donde el pescado cuenta con marca propia, Peix de Santa Pola, reconocida en todo el Mediterráneo. Aquí son el marisco, el pescado y el arroz los ingredientes fundamentales para probar platos tan típicos como el caldero, el arroz a banda y el "arrós i gatet".
Unos platos que, sin duda, también se pueden tomar en la isla de Tabarca, donde se puede llegar desde Santa Pola y cuya panorámica aérea se puede ver desde la Sierra de Santa Pola. Como lugares de interés para visitar, Santa Pola tiene el Museo del Mar, el Museo de la Sal y el Museo de la Pesca, así como el Centro Cultural Castillo Fortaleza, la Torre Vigía de Tamarit, el popular Faro de Santa Pola, los Aljibes del Massapà y los restos de un parque romano.
Por su parte, Crevillent es famosa por sus fiestas de Moros y Cristianos, declaradas de Interés Turístico Nacional, y su Semana Santa, de Interés Turístico Internacional. Sus serranías, sus plazas y monumentos convierten este municipio en un lugar especial para recorrer y mirar con ojos de hace más de dos siglos. Ellos son testigos mudos de cruentas historias de bandoleros, como la de Jaime El Barbudo, que después de haber luchado contra los franceses durante la invasión napoleónica, fue ejecutado en la Plaza de Santo Domingo.