Techos altos, vigas de madera y gruesos muros blancos esconden los misterios de esta antigua venta de más de 100 años convertida en alojamiento rural, donde la tranquilidad y el sosiego impregnan cada uno de los espacios.
Combinación de piezas de anticuario, muebles rústicos y lámparas de cristal confieren carácter y personalidad a cada una de sus cinco habitaciones.
Palmeras, naranjos, olivos y buganvillas se entremezclan logrando un efecto embriagador en su bello jardín, donde se encuentra la piscina.