LA TRANCADA

 

El rey Carlos III reubicó en esta pequeña isla, frente a Santa Pola, a una comunidad de pescadores italianos rescatados de la piratería berberisca en pleno siglo XVIII. Tabarca quedó, desde entonces, convertida en un microcosmos, a un tiempo ejemplo de la racionalidad del diseño urbano y de la desproporción del empeño de colonización de un territorio tan diminuto como un gran buque en medio del Mediterráneo.

Una de aquellas casas originales de piedra ha sido reconstruida cuidadosamente para instalar un pequeño hotel, en el que las comodidades propias de la hotelería actual no se contradicen con la experiencia única de volver al silencio, la tranquilidad y la íntima relación con la naturaleza, que proporciona el aislamiento y al quietud. Se han aprovechado los espacios de esta casa de pescadores para habilitar cuatro habitaciones con todos los servicios y distribuir estratégicamente terrazas y comedores para ofrecer al cliente la integridad en las posibilidades de la edificación.

La condición de reserva marina de la isla, la transparencia de las aguas y la riqueza de su fauna submarina invitan al buceo, mientras la parte reservada para la agricultura " el campo " se ha convertido en un lugar ideal para la reproducción de aves marinas.