Fina arena, cantos rodados, dunas y abruptos acantilados, al borde de la ciudad o en rincones paradisíacos. Una gran oferta donde elegir.
La Costa Blanca es azul. El color de las 86 banderas (69 en playas y 17 en puertos deportivos) que acreditan la calidad de las aguas de sus más de 200 kilómetros de litoral que se pierden en el mar.
Por algo Alicante es la provincia con más distinciones de este tipo en toda España.
Son más de 170 playas y calas las que dan la bienvenida al visitante que puede disfrutar de más de 300 días de sol al año.
Con arena fina, de cantos rodados, escondidas tras las dunas, al borde de pinadas, bajo abruptos acantilados, urbanas, recónditas, de aguas tranquilas o encrespadas por el viento.
Al norte, en la comarca de la Marina Alta, el montañoso paisaje se acerca a la orilla para conformar acantilados y calas irrepetibles que se asoman entre largas playas de arenas finas en Dénia, Jávea o Benissa.
De paso por Benidorm, se encuentran las playas más reconocidas y frecuentadas.
Al sur, desde Alicante a Pilar de la Horadada, cambia el paisaje y las calas de corte abrupto como en Santa Pola se transforman en cordones dunares, sobre todo en Guardamar del Segura, que guían los pasos por humedales y saladares, como las Lagunas de La Mata en Torrevieja o El Hondo en Elche, difícilmente accesibles en otras zonas.
A las aguas cristalinas de las que disfrutar en la costa se une además la calidad de los servicios que se prestan en el entorno, con una gran oferta de hostelería que hace las delicias de cualquiera y también de instalaciones a pie de arena donde disfrutar, divertirse y compartir el ocio, sin olvidar la infinidad de posibilidades para los amantes de los deportes acuáticos. Terrazas, restaurantes, chiringuitos que ven caer el sol, zonas para el baño accesible, actividades infantiles, windsurf, vela, submarinismo, pero también soledad con el susurro de las olas, paz, aguas calmadas y espacios donde perderse.
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